- Hay que buscar la hora más oportuna para hacer la visita, tanto pensando en el enfermo como en su familia.
- No se ha de ir a la visita con el tiempo prefijado. Hay que dar a la visita el tiempo requerido por el enfermo.
- No hacer visitas protocolarias, ni tomarse confianzas escesivas. Hay que actuar siempre con naturalidad y sencillez.
- El enfermo tiene una sensibilidad especial para captar quién se le acerca por compromiso social, o sea para «cumplir», o el que lo hace parsa hacerle un favor, o sea por «compasion», o el que va con aires de superioridad, ya que «él está sano», o el que visita con plena disponibilidad y con afán de compartir.
- Al enfermo se le a de dar ocasión de hablar de su enfermedad, de sus dolores, de sus preocupaciones y temores. Hay que mostrar interes, con sinceridad y delicadeza. Hay que saber aceptar lo que afirma sin discutírselo, pero a la vez sin reafirmarle aquello que nos pareece que es exageración.
- El enfermo ha de podre explicar y decir todo lo quer le plazca. No podemos obligarle ni presionarle para que diga más de lo que el quiera.
- No se puede imponer al enfermo el tema de la conversación. Se le ha de dar libertad de elección. No podemos cansarlo con nuestra conversación. No debemos hablarle de temas religiosos a la fureza.
- No podemos compadecernos de él en su presencia. Ni tampoco mostrar lástima de su situación ante él. No somos «plañideras».
- Hemos de velasr para que, en lo posible, el enfermo siga viviendo los problemas de la sociedad entera, y en especial de su ambientede trabajo y amistades. En caso contrario sufriría al verse fuera de juego de esta sociedad o de su comunidad. Todavía sufriría más de ser nosotros quienes «le expusaramos» al no decirle o explicarle las cosaslas cosas que pasan con la excusa de no preocuparlo.
- Incluso cuando el enfermo no tiene interés, hemos de procurar interesarlo por los problemas de la vida «normal». Es malo para él encerrarse en sí mismo y en los problemas domesticos.
- Al visitar a un enfermo hemos de saber escuchar con atención y hablar con calma y sin nervios. Muchas veces como no «dominamos» la situación, nos ponemos nerviosos y tendemos a hablar mucho y gritando.
- La cama es propiedad del enfermo y de su uso esclusivo. Debemos respetarlo.
- El enfermo tiene necesidades fisiológicas de todo tipo que se le pueden hacer urgentes durante nuestra visita. Hemos de de estar al tanto y tenerlo presente.
- La visita al enfermo no es para que nosotros hablemos y le obligemos a escucharnos. La visita es fundamentalmente para que el enfermo tenga ocasión de hablar y pueda encontrar oyentes acogedores.
- Lo que se ve, lo que se oye y lo que se dice en la habitación de un efermo es secreto. No podemos luego hacer comentarios.
- Hay que hacerla visita con espiritu de colaboración y no para sustituir la iniciativa del enfermo. Hemos de ir con espiritu de disponibilidad, no con afán de dominio ni de imposición.
- No podemos hacer la visita tan solo «por amor a Dios». Más bien a de ser por amor al prójimo «con el amor de Dios».
- Cuando se trata de un enfermo creyente, se ha de intentar ayudarle a progresr y a madurar en la fe y en su situación de enfermo. Si estamos ante un no creyente, debemos ofrecerle que comparta nuestra fe. Si no quiere hacerlo le seguiremos visitando con la misma disponibilidad.