La Pastoral del duelo

LA PASTORAL DEL DUELO

Quién de nosotros no ha experimentado en algún momento de nuestra vida el dolor de una pérdida irreparable, experimentando ese lacerante sufrimiento que conocemos como el duelo…

 

El duelo es un proceso de respuesta humana ante la pérdida irreversible de algo o alguien con el que se tiene un vínculo afectivo significativo. 

 

Según Payás el duelo es “una experiencia de fragmentación de la identidad, producida al romperse este vínculo afectivo, y se produce en la persona una vivencia que afecta tanto a su integridad física como a sus emociones, relaciones con los demás y con uno mismo, sus cogniciones, creencias y presuposiciones, así como a su mundo interno existencial y espiritual.”

 

Para quien lo sufre es un proceso normal, simultáneamente social e íntimo, y es dinámico en el tiempo, afectando al individuo de las siguientes formas, entre otras:

 

A nivel físico: llanto, debilidad, hipersensibilidad, opresión, insomnio…

A nivel de la conducta: trastornos alimenticios, hiperactividad, distracción, dificultad para el descanso y el sueño, conductas distraídas, dañinas o de búsqueda…

A nivel social: aislamiento, resentimiento, sensación de no pertenencia o de falta de identidad…

A nivel emocional: Indiferencia o insensibilidad, búsqueda, tristeza, apatía, soledad, abandono, vacío, frustración, culpa, indefensión, alivio, hipersensibilidad, ansiedad, impotencia, miedo…

A nivel cognitivo: incredulidad, confusión, preocupación, alucinaciones, sentido de presencia…

A nivel espiritual: la relación con Dios, los demás, consigo mismo, con la creación…

Apreciar lo trascendente en lo cotidiano, afrontar el sufrimiento, la enfermedad y la muerte, la conciencia de la propia finitud, la búsqueda de sentido, de valores, el perdón, seguir amando…

 

El doliente siente la necesidad de expresar su dolor, hablar de su pérdida, “aislarse del mundo”, manifestar sus debilidades y sentimientos, entender lo que le pasa, seguir su propio proceso a su ritmo, dar sentido a su experiencia e integrar su pérdida.

 

Y el duelo se completa cuando se es capaz de recordar al ser querido sintiendo poco o ningún dolor, cuando se ha aprendido a vivir sin esa persona, cuando ya se puede invertir energía en el presente, y cuando hemos recuperado nuestro equilibrio físico, emocional, cognitivo y espiritual.

 

Como recomendaciones para el doliente podríamos destacar, entre otras: 

  •  Cuidar la alimentación, practicar ejercicio con frecuencia e intentar dormir bien.
  • Hablar de lo que está pasando y tener amigos para momentos críticos.
  • No tomar decisiones importantes y marcarse objetivos a corto plazo.
  • Evitar todo lo que contamine la mente.

 

¿Qué no ayuda a una persona en duelo?

 

  • Las frases hechas.
  • Los consejos fáciles.
  • Las inoportunas frases de consuelo.
  • La falsa disponibilidad.
  • Los juicios y las comparaciones.
  • Forzar o acelerar el proceso.

 

       

 

¿Qué ayuda a una persona en duelo?

 

Recuerda que cada persona es única, y lo que funciona para una puede no ser adecuado para otra. La empatía y la sensibilidad son clave en el acompañamiento durante el duelo.

      

  • La disponibilidad sincera, el silencio, la presencia…
  • Respetar el proceso de duelo: cada persona vive el duelo de manera única. Respeta su ritmo y evita presionar para que se sienta de una manera en particular.  
  • La Escucha Activa y Empática: brinda un oído compasivo, permitiendo que la persona en duelo comparta sus pensamientos y emociones.
  • Facilitar la expresión de las emociones y el llanto. A veces, la simple expresión de emociones puede ser reconfortante.
  • Asegúrate de que la persona sepa que está bien sentir una variedad de emociones en el duelo, como tristeza, enfado o confusión.
  • Evitar frases cliché: aunque bienintencionadas, las frases cliché pueden no ser reconfortantes. En su lugar, expresa tu apoyo de manera sincera.
  • Respetar su necesidad de soledad y de silencio. Estar presente física o virtualmente puede ser reconfortante. A veces, la compañía silenciosa es tan importante como las palabras.
  • Ayudarle a cuidarse, y proporcionarle recursos: si es adecuado, ofrecer información sobre grupos de apoyo, consejeros o recursos que puedan ser útiles durante el proceso de duelo. Encontrar ayuda profesional en caso necesario.
  • Ofrecer ayuda práctica: pregunta si hay algo específico en lo que puedas ayudar, como preparar comidas, cuidar de tareas diarias o hacer recados.
  • Mantener el apoyo durante todo el proceso. Ser continuo: el duelo no tiene un límite de tiempo. Continúa ofreciendo apoyo incluso después de que haya pasado algún tiempo.
  • Recordar y celebrar: hablar sobre los buenos recuerdos del ser querido puede ser sanador. Celebrar la vida y legado de la persona puede ayudar a mantener viva su memoria.
  • Cuida de ti mismo: si también estás afectado por la pérdida, asegúrate de cuidar de tu propio bienestar emocional mientras brindas apoyo.

 

 

Si además quieres enfocar tu acompañamiento desde una perspectiva cristiana también puedes: 

  • Acompañar a celebraciones religiosas: invita a la persona en duelo a participar en celebraciones que puedan proporcionar consuelo y fortaleza espiritual.
  • Fomenta la conexión con la comunidad cristiana para que la persona en duelo se sienta respaldada por otros creyentes.
  • Comparte pasajes bíblicos que abordan el duelo y ofrecen esperanza.
  • Invita a participar en grupos de apoyo cristianos donde se comparten experiencias similares y se encuentra consuelo en la fe.
  • Busca el apoyo de religiosos o consejeros pastorales que puedan proporcionar orientación espiritual específica.
  • Anima a recordar y celebrar la vida del ser querido desde una perspectiva cristiana, enfocándose en el impacto positivo que tuvo en la comunidad y en la fe.

 

                                                                                                            (Fuente principal talleres realizados con los Religiosos Camilos)

 

 

 

¿Es posible seguir amando a un ser querido que ha fallecido… y hacerlo desde la serenidad? Para Jorge Megías, animador nacional de la Pastoral del Duelo en España, responderse afirmativamente a esta pregunta no solo es posible, sino también imprescindible para afrontar la muerte de un allegado con esperanza.  Ofrecer a los «dolientes» los recursos para lograrlo es el principal objetivo de la pastoral que coordina. 

La muerte, afirma a “Religión en Libertad”, nos va a llegar a todos, pero ser conscientes de ello y saber cómo enfrentarla es especialmente difícil en un Occidente donde «se silencia y presenta como un tabú y se delega a profesionales -fundamentalmente hospitales y tanatorios-«. Así, el papel de las familias en este momento queda reducido a «un trámite».

«Como no hay conocimiento de lo que hacer con la muerte, se producen desgarros enormes, se rompen todos los esquemas de la persona doliente y eso tiene un impacto en todas las dimensiones. Quedan absolutamente tocados por la falta de recursos para gestionar [la pérdida]», explica…

Adjuntamos el enlace a la Pastoral del Duelo, que también podéis encontrar en la sección correspondiente, con el resto de enlaces de interés. En dicha página podéis ampliar considerablemente el decálogo de buenas prácticas cuando acompañamos el duelo.

                

                                                                                                                                                                             Ángel Luis Cartón